lunes, 27 de febrero de 2012

¿Dios me puede hablar a mí?
En cierta ocasión, un escéptico de la fe le preguntó al pastor: “Señor pastor, cuando usted ora está hablando de un lado de la línea telefónica, sin saber siquiera si del otro lado alguien esta escuchando” – “No, no”, respondió el pastor, “usted está equivocado. ¡Yo hablo porque antes sonó de mi lado!” Dios habla – pero ¿cómo?  Yo les pregunto a ustedes. ¿Han escuchado la voz de Dios? Juan 10: 4;14;16;27 dice: Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen; ¡Creo que si la has escuchado por eso estas aquí!. Aunque la triste realidad es que muchos la escuchan pero hacen oídos sordos al llamado de Dios. Dios habla de muchas formas, quizás en tu caso fue un llamado de amor o quizás tuvo que usar el látigo para llamar tu atención pero damos gloria a Dios por que hiciste caso a su voz.

Es verdad: Dios habla.
Isaías 1:2 dice: “Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crie hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí.” Desde que existe el hombre, Dios no ha permanecido oculto, sino que se ha revelado de múltiples formas y maneras. Inmediatamente después de la creación del primer hombre, Dios se le dio a conocer. “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: …” (o sea: habló con ellos. Esto lo leemos en Génesis 1:27 y 28). Dios quiere tener comunión contigo. No es un Dios anónimo, indiferente, no es un Dios caprichoso, y mucho menos un Dios muerto, sino un Dios personal, amoroso y santo. Este Dios nos habla desde tiempos inmemoriales. Sí, Dios habla. ¿Pero cómo?

Hebreos 1:1-3 dice: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”.
Dios habla por los profetas.
Dios ha hablado a su pueblo por medio de los distintos profetas – hasta llegar a Juan el Bautista, el último profeta antes de la aparición del Hijo de Dios, Jesucristo. Los dos pasajes que vamos a mencionar a continuación, son representativos de muchos profetas y discursos de Dios: Oseas 12:10 dice: “Y he hablado a los profetas, y aumenté la profecía, y por medio de los profetas usé parábolas”. Y en Esdras 9:10 y 11 leemos: “Pero ahora, ¿qué diremos, oh Dios nuestro, después de esto? Porque nosotros hemos dejado tus mandamientos, que prescribiste por medio de tus siervos los profetas, diciendo:…” Es claro que Dios hablaba por los profetas. También Moisés y David son vistos como profetas. Así lo dice Deuteronomio 34:10: “Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés…” Y en Hechos 2:30, se dice del Rey David: “Pero siendo profeta…”.


Veamos como: Dios te puede hablar.

La carta a los Hebreos no se ocupa de lo que Dios habló a los gentiles en el Antiguo Testamento, aunque Dios no los había dejado sin testimonio. Por un lado, los israelitas tenían que testificar de Dios a los gentiles, y por otro lado, Dios habló y habla por medio de la creación, los poderes de la naturaleza, las catástrofes y los sueños, así como también por los milagros y las señales. Pensemos en el capitán del ejército sirio Naamán, a quien Dios le habló por medio del testimonio de una adolecente  judía, por el actuar del profeta Eliseo y la consecuente sanidad de su lepra (lo que fue un milagro, como leemos en 2 Reyes 5. Ya sea a su pueblo o a las naciones, Dios ha hablado de muchas formas y maneras a través de los siglos, desde la creación hasta el día de hoy. Así dice Romanos 1:19-25, que su ser invisible se revela en lo que está hecho, la creación, y que por eso el hombre no tiene excusa. Porque cuando éste camina sobre la tierra con los ojos abiertos, y sobre todo con un corazón abierto y espiritual, Dios le es revelado. Pero el hombre, en su desenfrenada vida, prefiere adorar el trabajo, las fiestas, las ferias, el licor, etc. (o sea la naturaleza carnal), en vez de darle el lugar y la gloria que corresponden a Dios.

Ministración:
Declaramos y ordenamos a todo demonio de incredulidad sordo y mudo que deje de oprimir estas mentes en el nombre y por la sangre de aquel que los venció en la cruz del calvario. Y en este momento se abren los oídos físicos y espirituales para escuchar la voz de Dios. Amen


        Con amor y afecto
Pastor Jorge Luis Ramos Betancourt